Cada niño es único, diferente y especial. Cada uno tiene unas cualidades innatas, unos gustos, unas inclinaciones y unos intereses propios.
En edades tempranas creo que lo fundamental es que prueben muchas cosas diferentes, que pierdan muchos miedos, y que puedan sentirse seguros realizando cosas muy distintas. Hacer que su “zona de confort” sea lo más amplia posible.
Fuera el miedo a montar en bici, a cocinar, a la nieve, al agua, a cantar, a plantar un árbol, a montar a caballo, a hacer manualidades, a patinar, a improvisar, a pintar, a viajar, a nadar, a tocar un instrumento, a la montaña, a bailar, a hacer amigos, a jugar, a expresar sus emociones, a hablar en público, al mar, a ayudar a los otros, a hablar otras lenguas, a hacer poesía, a escribir, a hacer fotos, a leer mucho… y a tantas cosas más...
La tarea de los padres, además de darles las herramientas necesarias para probar muchas cosas, consiste en primer lugar en motivarles y luego en observarles, “descubrirles”, guiarles, acompañarles y ayudarles a encontrar aquellas cosas que les gustan, que disfrutan, que se les dan bien, aquellas cosas que entienden de manera natural, aquello en lo que se sienten como pez en el agua y para lo que tienen aptitudes innatas.
No se trata de crear genios. Desde mi punto de vista se trata sencillamente de conocer quiénes son realmente, para que vivan la vida que les corresponde vivir y no la de otros.
Además, también creo que es fundamental ayudarles a desarrollar su creatividad, enseñarles a gestionar sus emociones y educarles para que sean niños emprendedores, positivos, responsables, perseverantes, comprometidos, con motivaciones, solidarios, con habilidades sociales, etc…
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¿Qué otros talentos creéis que debemos cultivar en nuestros hijos?