Cuando yo era niña era habitual que en los colegios realizaran el test del coeficiente intelectual, supongo que todos lo recordaréis. Se trataba de un test basado fundamentalmente en competencias lingüísticas y matemáticas y determinaba la “inteligencia” de cada niñ@.
Aún recuerdo a nuestro tutor ir llamando a niño por niño para comunicarle el resultado y también recuerdo los comentarios en el recreo acerca de la puntuación de cada uno. Era como si de aquel número que saliera dependieran las oportunidades que ibas a tener en la vida y la suerte que ibas a correr.
¿Estabas más cerca de ser muy inteligente -lo que conllevaría éxito en la vida- o te acercabas más a los baremos de los tontos que serían unos pobres infelices?... TRISTE MENSAJE pienso ahora, y además, con mucho “poder” en una edad en la que la personalidad de los niños se está formando y su autoestima depende en gran parte de lo que digan de ellos.
De manera intuitiva siempre pensé que la inteligencia no podía ser tan fácil de determinar. Bastaba observar cuánta gente con resultados excepcionales en este test, resultaba no tener muchas habilidades para relacionarse con los demás, para desenvolverse, para superar dificultades o resolver conflictos… y al contrario, cuánta gente con resultados no precisamente sobresalientes destacaban en ámbitos que nada tenían que ver con las matemáticas o la lengua (podía ser en el dibujo, en la música, en los deportes, en las habilidades sociales, etc.) y que por tanto no se medían.
En 1983 Howard Gardner, galardonado décadas más tarde con el Premio Príncipe de Asturias, nos hablaba en su libro de la teoría de las inteligencias múltiples: después de muchos años de investigación señalaba que existen muchos tipos de inteligencias o capacidades. Según su teoría TODOS tenemos todas, aunque de manera innata tenemos más desarrolladas unas que otras.
¿Cuáles son las inteligencias que describe Gardner?
- Lingüística-verbal
- Lógico-matemática
- Espacial
- Musical
- Corporal-kinestésica
- Intrapersonal- se refiere al conocimiento de uno mismo y los procesos relacionados: autoconfianza, automotivación
- Interpersonal - implica la capacidad de establecer relaciones con otras personas
- Naturalista
Además, recientemente ha indicado que hay dos tipos más de inteligencias en fase de estudio: la pedagógica y la espiritual.
No sé si efectivamente éstas son todas las inteligencias o si con el tiempo se irán añadiendo más a la lista, pero de lo que personalmente no tengo ninguna duda es de que Gardner estaba en lo cierto cuando hablaba de que no hay un solo tipo de inteligencia y de que todos tenemos todas, eso sí, unas más desarrolladas que otras.
Este cambio de concepción me parece fundamental por dos razones:
- La primera, porque desecha el concepto de “listo, tonto” que nunca me gustó y que además no creo que exista.
- La segunda, porque nos dice que todos podemos desarrollarlas… no son algo estático y fijo, una especie de don divino que tienes o no tienes “a ti te ha tocado esto y es lo que hay” sino que pueden evolucionar y desarrollarse y así, con trabajo y esfuerzo, podemos superarnos en todas ellas.
Los que me seguís sabéis que éste es el enfoque que me gusta transmitir a mis hijos: el trabajo y el esfuerzo son lo que nos permite avanzar y evolucionar.
Partiendo de esta teoría Gardner considera que el propósito de la escuela “debería de ser desarrollar todas las inteligencias y ayudar a las personas a alcanzar metas que sean apropiadas para la inteligencia que tengan más desarrollada". Para ello recomienda atender a las diferencias individuales de los niños y tratar de individualizar el método de enseñanza y las evaluaciones.
Sin embargo, a pesar de que la teoría de Gardner es hoy ampliamente aceptada, el sistema educativo no ha sabido, al menos por ahora, trasladar este planteamiento a las aulas.
Se van dando pasos, claro que sí. En el cole de mi hija por ejemplo, en el primer trimestre de infantil nos dieron una charla sobre este tema para romper esquemas preconcebidos de los padres que venimos de la generación del “coeficiente intelectual”. No sé si sabrán o no llevarlo a la práctica pero al menos se van rompiendo muchas barreras.
Estoy convencida de que aunque falta mucho por hacer estamos asistiendo a un cambio de paradigma según el cual nuestr@ hij@ no podrá ser ya “etiquetado” como el listo o el tonto de la clase, sino que se tratará de destacar y de potenciar lo mejor que tenga.
Mientras el cambio en las escuelas se va gestando, los padres, desde casa, tenemos mucho que aportar. Nosotros sí que podemos brindarles esa educación personalizada que nos permita “descubrir” sus capacidades y potenciar aquello que despierta todo su interés.
¿Y para qué? pensaréis… Para mantenerles motivados, una de las claves, a mi entender, del aprendizaje.
Os dejo con un vídeo de una entrevista al propio Gardner en el que explica muy bien su teoría y lo que ha supuesto. Espero que lo disfrutéis: