Hoy quería compartir con vosotros una reflexión que llevo haciéndome algún tiempo: ¿Cuántos son los condicionantes sociales que limitan nuestra conducta? ¿Cuántos factores externos no nos dejan “brillar” y sacar lo mejor de nosotros? ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hij@s a que estos condicionantes no les influyan de manera tan decisiva?
Hace poco leía un artículo en el País, que os recomiendo leer, y que me llamó poderosamente la atención. En él se explicaba cómo un experimento con jóvenes estudiantes de Estados Unidos demostró que ante una pregunta concreta cuya respuesta era en principio muy “obvia” los alumnos contestaban de manera equivocada, aun sabiendo la respuesta correcta, sólo para no llevar la contraria al grupo, para no sobresalir y no destacar dentro de él.
Este experimento demostró la capacidad que tiene la presión social de anular o inhibir el talento. Los alumnos preferían hacerlo mal pero formar parte de ese grupo, antes que hacerlo bien pero quedarse al margen o arriesgarse a sentir el rechazo del resto.
Y es que, para muchos, la presión social sigue constituyendo una barrera difícil de sortear por no decir imposible. Muchas veces, de forma inconsciente, tal y como dice el artículo que os menciono, TEMEMOS “llamar la atención en exceso- e incluso triunfar- por miedo a que nuestras virtudes y nuestros logros ofendan a los demás… “
Y yo me pregunto ¿En qué clase de sociedad vivimos en la que se tiene miedo, no ya a equivocarse (que eso daría para otro post) sino a hacerlo bien, a destacar por encima de los demás positivamente?
Quizás detrás de esto se encuentra el miedo al rechazo… pero ¿por qué genera rechazo cuando debería ser causa de admiración?….
El artículo habla de la “envidia” como un mal que nos impide alegrarnos de las alegrías ajenas porque no hacen sino poner de manifiesto nuestras propias “carencias”… y que hace que cuando alguien destaca en algo en vez de alegrarnos, aplaudirle, elogiarle y admirarle… nos dediquemos a apartarle, criticarle y excluirle del grupo.
¿Qué podemos hacer para cambiar esto? ¿Cómo hacer que este patrón de comportamiento desaparezca? No podemos cambiar el mundo, pero sí nuestra pequeña parcela… ¿Y cómo?... Pues enseñando a nuestros hijos desde pequeños a:
- Creer en sí mismos y a tener confianza en su criterio, en su intuición, que aprendan a escuchar su voz interior para ser realmente ellos mismos. Reforzar en ellos el pensamiento propio, aun por encima del de la colectividad, porque sólo así encontrarán su propio camino y conseguirán dejar salir su propio talento… Muchas veces la “intuición” sí es buena consejera…. Hagamos caso de lo que sentimos, de lo que somos, de lo que llevamos dentro… intentando dejar de lado los prejuicios y los “qué dirán”.
- Desechar el pensamiento destructivo (el rechazo, la crítica, la censura, la exclusión, etc.) porque destruyen al otro pero además también nos destruye a nosotros mismos, simplemente porque no nos hará sentirnos bien, no nos ayudará a crecer como personas, a mejorar ni a aprender cosas nuevas de otros...
- Potenciar y “practicar” con ellos el pensamiento constructivo, el aplauso, el elogio, la admiración, etc. Poner siempre el “foco” en lo bueno de las personas. Esta actitud nos hará aprender del comportamiento ajeno y nos empujará a querer mejorar y crecer como personas y a querer cultivar aquello que admiramos del otro, a “elevarnos por encima de nuestras limitaciones” y aprender cosas todos los días.
- No dejarse arrastrar ni influir en exceso por "los grupos" o no hasta el punto de no ser nosotros mismos porque, a fin de cuentas, un grupo en el que no podamos expresar nuestra opinión y nuestro criterio con confianza y libertad es un grupo que nos encorseta y nos limita… Será además un grupo que nos arrastre donde vaya la mayoría pero que no nos permita “brillar” con luz propia.
¿Os imagináis que todos los padres lográramos transmitir esto a nuestros hijos? Conseguiríamos, en primer lugar, que fueran más felices y conseguiríamos, al fin, vivir en una sociedad en la que cada uno pudiera dar lo mejor de sí mismo y “brillar” con luz propia, sin miedo al rechazo, a las críticas y a las envidias.
El reto es importante, y no digo que sea fácil, pero comienza en cada familia…
Os dejo para terminar con un fragmento de la película “El Club de Los Poetas Muertos” que tiene mucho que ver con este tema. Nos habla de la importancia de encontrar tu propio camino “Camina a tu aire”. Espero que lo disfrutéis :)
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